Autoria del cartel

Me llamo Adán Miranda Soria, nací en Málaga y soy diseñador gráfico e ilustrador.

Llevo explorando las posibilidades de un papel en blanco desde que tengo uso de razón. Jugar con las formas, los tamaños, los trazos y colores siempre ha formado parte de mí.

Después de varios años de formación, experiencia y experimentación en diversas empresas del sector, en 2006 inicié mi carrera como freelance, trabajando desde entonces con clientes como Diario SUR, Festival de Málaga, Gráficas Urania, Anuncios Diana, Ayuntamiento de Málaga o Fundación Unicaja, entre otros.

Soy un diseñador versátil. Mi campo de acción es amplio y siempre intento que el resultado sea un diseño con personalidad propia, de calidad y distintivo, así como crear conceptos que se identifiquen con los deseos y necesidades del proyecto concreto en el que esté trabajando.

Diseñar es contar una historia: buscar la esencia, tomar decisiones, mover los elementos que hagan falta, para que todo encaje en un final único.

La obra Mirada de Emociones, según su autor

Después de 10 años teniendo la suerte de colaborar mano a mano junto con todo el equipo de Festival de Málaga, es una satisfacción personal enorme tener la oportunidad de diseñar el cartel de esta edición.

Soy seguidor del Festival desde hace muchos años. Tanto en su contenido (como cinéfilo que me considero), como en su forma de representarlo. Siempre deseaba ver qué imagen iba a tener la siguiente edición año tras año. Cuando recibí la invitación, sabía que el cartel debía tener una personalidad bien diferenciada del resto de ediciones. Que debía tener un carácter propio y unos colores y vida únicos.

Para mí, el Festival de Málaga está cargado de infinitas emociones. Y todas ellas se pueden sentir, ya sea dentro de una sala como en la expectación que se crea en la calle ante la llegada de las estrellas de nuestro cine. Y donde mejor veo reflejadas todas estas emociones es en la mirada.

En mi cartel he intentado mostrar de manera directa esa emoción con una gran mirada central que tiene una chispa de vida en ella misma, unas líneas sinuosas que evocan el erizamiento en la piel y el vaivén de las olas de nuestro mar. Todo ello con unos colores que sintonizan con la calidez de la ciudad y su viveza, tanto en el día como en la noche.

Es la mirada que siempre he visto en la gente que pasea por las calles, las que llenan las salas, la de sus trabajadores, la de los protagonistas, la mirada del cine.